domingo, 19 de mayo de 2013

Niños asustados


He descubierto que en el fondo todos somos un pequeño niño asustado de lo grande que se esta haciendo el mundo a nuestro alrededor, de lo compleja que parece la vida y lo imprevisibles que aparentan ser los demás. A este niño que llevamos dentro me gusta llamarle "carácter" porque cuando alguien esta mas cerca de esta parte de si mismo solemos decir que tiene mucho carácter. Sin embargo es frecuente que el niño este tan asustado que lo cubramos con capas y mas capas de protección, con conocimientos detallado sobre montones de cosas que no usaremos nunca, con bromas que frivolizan con cualquier cosa, con poses de tipo duro, con sonrisas ensayadas delante del espejo y un par de capas de maquillaje. A esto se le suele llamar personalidad, es lo que le da a cada cual se encanto, es la forma que tenemos de inventarnos a nosotros mismos. Pero al fin y al cabo no deja de ser una invención y si no somos realmente imaginativos probablemente carecerán de frescura. La personalidad es la mascara que nos permite encajar en el mundo pero la cantidad de mascaras disponibles es bastante limitada.

No obstante es conveniente recordar que en el fondo seguimos siendo ese niño que aun reacciona de manera instintiva y que no reflexiona profundamente cual es el siguiente paso a dar en cada situación. Y con ello es bueno recordar también que la gente que nos rodea por muy compleja e imprevisible que aparezca ante nuestros ojos es tan solo un grupo de niños asustados. Todos respondemos a esa voz que nos susurra que nos apetece hacer algo, o que queremos tal cosa o nos apetece tal otra. Es el niño el que se asusta, es él el que ríe y es él el que se enamora. Es él el que hace que podamos vivir cada día como una nueva aventura, desde los ojos de un niño.

Hacerse viejo es lo que pasa cuando nos perdemos tanto en la maraña de capas de protección que hemos creado para nosotros mismo que dejamos de escuchar al niño. Entonces poco a poco empezamos a apagarnos, carentes del aporte de motivaciones que nos daba esa vocecilla. Es entonces cuando no somos capaces de encontrar los pocos deseos que nos quedan debajo del montón de recuerdos polvorientos que acaba siendo nuestra mente.

Precisamente por lo mucho que me gusta ser joven me niego a tener una personalidad, a hacer o decir algo que no me salga por instinto, aunque con ello no me proteja del mundo. Si todo el mundo son niños asustados ¿Que puedo temer yo de ellos?