martes, 31 de mayo de 2011
Mi cuarto
Me encanta esa sensación que tengo en ocasiones de que están montando otro mueble en mi mente, notar como mis neuronas pelean con los tornillos “Skungen” sin haber leído el manual, esa expectación antes de estrenar un sistema de creencias recién hecho, de recostarme en unas opiniones que hace un rato solo eran palabras en una caja. La emoción de elegir conocimientos por catalogo o escoger la cama del decorado de una película, la colcha de un libro de poemas, los cojines, hurtados a alguna chica que paso a mi lado en la calle. Después el problema es ordenar el cuarto porque para estas cosas soy muy consumista, espero que siga siendo gratis. Tengo el armario lleno de ideas que ya no uso, que compre porque el vendedor me cayo simpático o porque la vendedora tenia unos ojos bonitos y los cajones estan colmados de cachivaches inútiles que a pesar de todo me gusta seguir guardando. Este cuarto en el que solo duermo dos noches por semana es un amante del barroco, quizás del rococó. Tengo un espejo que ocupa toda una pared y una mesa en la que relleno los libros del estante cinco mañanas de cada siete, una cama tan historiada que no me atrevo a usar y un montón de posters de ciencia ficción que acaparan las paredes. La ciencia cuelga del techo pero últimamente ilumino el cuarto con la filosofía que tengo en la mesilla, es mas intimo. Por eso le literatura sigue siendo importante, las discusiones apasionantes, el cine imprescindible y pensar mi mayor hobby. Por eso me voy que tengo que ir de compras.
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