viernes, 4 de octubre de 2013

Madrugada

-¿Como lo haces?¿Que haces para gustarme tanto?
-No es algo que haga. Yo soy lo que soy y se da la feliz casualidad de que a ti te gusta como soy.
-Y ¿Como eres?
-Soy...reflexivo, soy visceral, soy sencillo y complejo, soy contradictorio, soy intenso, soy sincero, en algunos sentidos soy un misterio incluso para mi mismo y tiendo a hablar demasiado. Me llaman Fred.
-¿Como que te llaman Fred? ¿Acaso no te llamas Fred?
-No me llamo porque yo siempre estoy conmigo. Porque ponemos nombres a aquello que consideramos que ya entendemos lo suficiente. Un nombre es solo una simplificación, una montaña de adjetivos con los que ocultamos la complejidad de algo.
-Entonces ¿Quienes somos?
-Tu eres tu y yo soy yo. Te llamo Abia pero no es tu nombre. Es solo una palabra que uso para que sepas que hablo de ti, aunque tu ya sabes que hablo de ti. Todo lo que digo lo digo de ti, aunque no me halla ganado el derecho a hacerlo. Aunque no conozca de tu persona ni la mas mínima parte de todo lo que hay que merece la pena conocer. Porque no entiendo ni un poco de todo lo compleja que eres. Tal vez te llamo Abia para decirme a mi mismo que hablo de ti cuando solo hablo de la indigna sombra de lo que tu eres que ha logrado formarse en mi mente a fuerza de contemplarte fascinado.

Entonces ella se estiró y lo besó, el reloj marcó las siete, la alarma sonó y él despertó a un nuevo día.

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