-¿Como lo haces?¿Que haces para
gustarme tanto?
-No es algo que haga. Yo soy lo que soy
y se da la feliz casualidad de que a ti te gusta como soy.
-Y ¿Como eres?
-Soy...reflexivo, soy visceral, soy
sencillo y complejo, soy contradictorio, soy intenso, soy sincero,
en algunos sentidos soy un misterio incluso para mi mismo y tiendo a
hablar demasiado. Me llaman Fred.
-¿Como que te llaman Fred? ¿Acaso no
te llamas Fred?
-No me llamo porque yo siempre estoy
conmigo. Porque ponemos nombres a aquello que consideramos que ya
entendemos lo suficiente. Un nombre es solo una simplificación, una
montaña de adjetivos con los que ocultamos la complejidad de algo.
-Entonces ¿Quienes somos?
-Tu eres tu y yo soy yo. Te llamo Abia
pero no es tu nombre. Es solo una palabra que uso para que sepas que
hablo de ti, aunque tu ya sabes que hablo de ti. Todo lo que digo lo
digo de ti, aunque no me halla ganado el derecho a hacerlo. Aunque no
conozca de tu persona ni la mas mínima parte de todo lo que hay que
merece la pena conocer. Porque no entiendo ni un poco de todo lo
compleja que eres. Tal vez te llamo Abia para decirme a mi mismo que
hablo de ti cuando solo hablo de la indigna sombra de lo que tu eres que ha logrado formarse en mi mente a fuerza de contemplarte fascinado.
Entonces ella se estiró y lo besó, el
reloj marcó las siete, la alarma sonó y él despertó a un nuevo
día.
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